Ya culminada la jornada electoral del domingo 21
de abril pasado, se hace necesario remarcar la diferencia del voto protesta en
relación al voto tradicional, sobre todo en relación a sus consecuencias y a su
proyección con perspectiva al objetivo que mueve al Partido Paraguay Pyahurã:
la toma del poder, entendida como el logro de la conciencia del pueblo a través
de la participación política directa, los 365 días del año.
Así, el voto protesta se diferencia del voto
tradicional en relación a los siguientes puntos:
Primero, el voto protesta crece en valor con cada
día en que aumentamos en conciencia y en participación política directa,
organizada. El voto tradicional agota el poder de la gente en una jornada
electoral donde -por un día- enmascara la gran desigualdad existente en el país
con el argumento de que todos somos iguales a la hora de votar. Lo cual es
falso por cuanto el mecanismo electoral como herramienta de las clases
dominantes se basa en empobrecer cada día más a la población durante los cinco
años que ese voto tradicional le habilita de mandato, para que en la siguiente
elección les sea más fácil volver a comprar los votos que les permitirán seguir
vigentes a pesar del latrocinio y atropello a las necesidades populares
históricamente postergadas. Por ello, es clave entender que el voto protesta
implica la participación política directa los 365 días del año. Por eso decimos
que el voto protesta es un voto consciente.
Segundo, el voto protesta implica una práctica
política que reconoce a la gente como sujeto político completo, no solo como
potenciales portadores de un sufragio. El voto tradicional está orientado a viabilizar
el acceso de candidatos a cargos en el Estado, quienes tras acceder a esos
cargos, en su mayoría se disocian del contacto político cotidiano con la gente
y se dedican en muchos casos a concebir e implementar políticas asistencialistas
merced a las cuales puedan construir, incrementar o consolidar un aparato
clientelar, aun bajo discursos de construcción de políticas de estado con
enfoque de derechos. En el peor de los casos, se dedican a aplicar políticas de
desmantelamiento de derechos sociales conquistados y a perfeccionar políticas
represivas contra los pobres y quienes piensen diferente. Reconocer a la gente
como sujeto político completo implica atacar directamente las causas que
ocasionan esas asimetrías y esa desigualdad estructural. Es decir, el voto
protesta implica una práctica política que ataca las causas estructurales del
problema.
Tercero, el voto protesta implica la creencia en
el poder de la gente, no de las autoridades, para transformar la realidad. El poder
no es entendido por el logro de acceso a un cargo, sino por el aumento de la
conciencia política organizada del pueblo, como sujeto político consciente. Es
esa conciencia política organizada la que permitirá realizar las
transformaciones necesarias para el desarrollo del país, y sólo cuando esta
conciencia colectiva organizada existe adquiere sentido un sistema de
representación política, donde las autoridades sólo son tales en cuanto sirven
a los intereses populares, y no se sirven de los cargos para sus proyectos
personales. Para evitar que se desvíen de ese objetivo, existe una masa
organizada vigilante que es protagonista de su propio destino, a través de la
profundización constante del debate en condiciones de equidad, que constituye
el real contenido de una democracia.
Cuarto, el voto protesta implica el aumento de la
confianza de la gente en sus propias posibilidades de transformación de la
realidad, por cuanto es un voto de esperanza y de templanza en la lucha. A medida
que aumenta el debate y la conciencia, la gente descubre que a la gran mayoría
de este país le une un problema común. El gran logro del sistema de opresión
que impone la clase dominante consiste en hacernos pensar que estamos solos
ante la realidad, y que nada se puede hacer al respecto. La participación
política directa rompe con ese esquema y a medida que la gente conquista sus
objetivos en común, aumenta su esperanza y su confianza en sus propias
posibilidades de transformación de la realidad. La resistencia es cada vez más
motivadora porque se realiza en base a experiencias de acumulación en
solidaridad y logros concretos, y no se desinfla ni desmoraliza ante las
adversidades.
¿Cómo seguimos dándole contenido políticamente a
ese voto protesta?
A través de la profundización de los debates, la
organización y la resistencia al avance cada vez más despiadado de la
concentración de recursos y oportunidades en base a la exclusión de la mayoría
de las paraguayas y paraguayos: esto se traduce en la lucha por la tierra, por
la reforma agraria, contra el uso indiscriminado de los transgénicos, en el
freno al aumento de los retrocesos en salud, educación, empleo y en el freno a
la implementación de las políticas represivas en todos los sectores que se
viene en concordancia con el incremento del autoritarismo y el fascismo como
expresión de Estado. Ese aumento de las políticas represivas que se nota tanto
en el campo como en las ciudades, y que atenta contra los principios básicos de
una democracia.
El Partido Paraguay Pyahurã considera que las
conquistas logradas a través de la lucha de varias generaciones debe ser
defendida en la calle, con participación política directa, dándole salida a la
energía social progresista y transformadora con debates serios y organización
responsable que permitan una acumulación de experiencias de lucha y conquista
que protejan a la gente y no faciliten la labor de las fuerzas represivas.
A diferencia del voto tradicional, que ya logró su
objetivo de robar la voluntad popular bajo la ilusión de un mecanismo formal
eleccionario vaciado de contenido, el voto protesta recién comienza con toda la
fuerza de una alternativa de transformación y construcción de una sociedad
diferente.
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